Diques al mar


Por Gustavo Emilio Rosales




La obra de teatro Diques al mar es una propuesta sólidamente realizada, con muy buenas actuaciones que transmiten atmósferas y tonos dramáticos de una forma clara y contundente. Es breve, lo que resalta su valor. Razones suficientes para brindarse el regalo de verla.

Es una metáfora de la espera. Dos mujeres esperan. Sus climas y matices proyectan añoranza, multitud de deseos que se contienen, al parecer, por no tener horizonte cierto de verificación.

Adriana Ríos interpreta a “Clara”. Gabriela Pérez Negrete hace el papel de “Ana”. Ambas actrices han sido becarias del FONCA en diferentes emisiones del apoyo para intérpretes. Su caracterología física establece, en primera instancia, un dramatismo visual: Adriana es menuda, de ojos claros, cabello delgado y rojizo y facciones angulosas. Gabriela, por el contrario, es rotunda, de formas voluptuosas, profundos ojos oscuros, labios carnosos y grueso cabello; notoriamente más alta y corpulenta que su compañera. Estos contrastes tienen, por supuesto, un importante reflejo en el carácter de los personajes: “Clara” es etérea, nerviosa, dada a fomentar constantes autoengaños de su imaginación. “Ana”, por su parte, tiene los pies en la tierra, es dueña de esa extraña lucidez que suele hacer infelices a quienes, por poseerla, no pueden evadir tan fácilmente los duros límites de su inmediata realidad.

Ambas coinciden, en su espera, en un poblado que sólo existe en la emoción, cerca de un mar más metafísico que geográfico. Espacio oscuro que paulatinamente será visitado por los objetos emblemáticos de la espera: una banca, cartas, un reloj de arena, arena, barcos de papel. La dramaturgia –de Damián Cordero, basada en textos paradigmáticos de Alessandro Baricco, Marguerite Duras y Roland Barthes- instala un plano mítico en el que las protagonistas son principio y fin de su accionar. El discurso de ambas, con ligeras variantes anecdóticas, se refiere a sí mismo a través de recuerdos, anhelos que se frustran al instante y una esperanza que se funda más en espejismos que en promesas por cumplir.

El planteamiento del tema, la instalación dramática y la dirección general –firmada por Pérez Negrete y Cordero- apuestan por una teatralidad intimista, sin rodeos, que no evita la aplicación de recursos que abundaron en México hace dos décadas o más en el boom de la danza-teatro neoexpresionista, pero sin caer en reiteraciones decadentes, pues ensamblan su arquitectura dramatúrgica con enorme autenticidad, proveniente de actuaciones sencillas y justas en la proyección de su diversidad emocional.

Aunque tiene una sombra lírica que apunta a la farsa melodramática, Diques al mar posee un tono de pieza, el género teatral modelado por Antón Chéjov a principios del XX, en el que la acción dramática es más psicológica que externa, y donde los personajes revelan un deseo sumamente poderoso de cambiar su situación, sin que logren hacerlo. No existe una conclusión cerrada en este tipo de obras. No hay un final tradicional. En ellas queda siempre un efecto de misterio, por medio del cual la acción continúa en el recuerdo del espectador.

Diques al mar logra esta consecuencia. No sólo su transcurrir es grato, sino que su aparente término se plasma de manera indeleble en quien la ve. Es una obra que permanece en quienes comparten su experiencia. Efecto deseable (por lo menos deseable de ver con más frecuencia en nuestra oferta artística), que se logra por el respaldo de un consistente proceso de trabajo, el cual proviene específicamente del núcleo de investigaciones de Teatro que Danza, un conjunto de profesionales de la escena dedicados al fomento y proyección de metodologías escénicas relevantes, sin distinción de género.

Diques al mar tiene un par de funciones más en el Teatro Antonio López Mancera del Centro Nacional de las Artes, el sábado 21 a las 19:00 y domingo 22 de abril a las 18:00 horas. Procure verla.



Ficha técnica

Intérpretes: Adriana Ríos, Gabriela Pérez Negrete
Dramaturgia: Damián Cordero
Concepción de espacio y diseño de vestuario: Estela Fagoaga
Diseño de iluminación: Jorge Kuri Neumann
Musicalización: Harif Ovalle
Diseño y realización de barco: Omar Ovalle
Producción ejecutiva: Estela Fagoaga
Asistente de dirección y producción: César Gómez
Realización de vestuario. Israel Ayala y Alma Chamorro
Asistente de vestuario: Alma Chamorro
Edición de sonido: Xicoténcatl Reyes
Producción: Estudio Teatro que Danza
Dirección: Gabriela Pérez Negrete y Damián Cordero


Fotografía de José Jorge Carreón